martes, 24 de abril de 2012

Leer para aprender

Sí, esa fue nuestra conclusión: la facilidad con la que aprendemos con la lectura. Hoy, a partir del libro de El niño con el pijama de rayas, reflexionamos sobre el contexto histórico, la maldad humana, la ceguera de los seres humanos, las adaptaciones al cine, el paisaje y la libertad de la imaginación que confiere la palabra.
Como siempre, nos faltó tiempo, y no decidimos todavía nuestra próxima lectura....

miércoles, 18 de abril de 2012

Clase práctica de como destripar un libro: El niño del pijama a rayas

-Ya estamos todos, ¿empezamos? Hoy no viene Susana.

- Pues no… yo sin Susana no empiezo- bromea alguien, mientras, de fondo, algún rezagado acaba con las páginas encomendadas.

 La mayoría de asistentes hace ya varios días (años incluso) que conocemos el final, pese a ello, y siguiendo las instrucciones del editor, hablamos despacio, midiendo cuidadosamente las palabras e intentando – sin demasiado éxito- evitar que cualquier alusión a las últimas páginas del libro o a la película arruine a alguien la experiencia de adentrarse junto a Bruno en el mundo que se esconde del otro lado de la alambrada, pero debemos reconocerlo, seríamos el sueño de cualquier espía....  Tratábamos de unirnos al ya no tan selecto club de personas que se ha sorprendido y angustiado a partes iguales por la inocencia infantil con la que explora su nuevo mundo... 


 
¡A Dios pongo por testigo de que tratamos de controlarnos! Lo intentamos, pero resulta demasiado complicado hablar de El niño del pijama a rayas sin comparar el libro con la película. Una imagen vale más de mil palabras, eso dicen... que nos lo pregunten a nosotros... pues, si bien en lo referente al libro apenas hubo discusión más allá de algún que otro apunte, la película abrió una pequeña brecha entre cinéfilos y ratas de biblioteca. Pocas adaptaciones superan a la novela original, y resulta que, por aplastante mayoría, es precisamente la sutileza con la que la pluma de Boyne aborda el tema lo que hace esta historia tan especial. 



 Finalmente me gustaría citar un pasaje del libro que, en mi humilde opinión, concentra el espíritu de la obra cuando se lo ubica en su contexto, así que: “hasta luego, que tengas un buen día” Boyne, J. (2008), El niño del pijama a rayas, Salamandra, p. 58. 

miércoles, 11 de abril de 2012

Pasión por la lectura


En este último recreo, poco numeroso a causa de la salida complementaria de algunos alumnos del centro, terminamos nuestras reflexiones apasionadas acerca de La princesa que emigró: un buen final, a la espera de una segunda parte (defendían algunos), frente a un final decepcionante (mantenían otros). Expresar aquí con palabras las ideas de cada uno es complicado. Espero que  lo expongan en los comentarios...

Terminamos con la selección de la siguiente lectura, El niño con el pijama de rayas, con la propuesta de las primeras cincuenta páginas para la próxima semana y con la promesa de ver la película al terminar el libro.

viernes, 6 de abril de 2012

Un comienzo

 Comienza una nueva etapa llena de inquietudes y sobre todo, con muchas ganas de sentir el placer de disfrutar con lo que hago. Comienza el día y yo, como todos los anteriores, me pregunto qué hacer. La verdad es que siempre es lo mismo, continua rutina que me hace sentir inservible. Me hace sentir pequeño. Sin embargo en mí, hay una gran persona capaz de conmover a todo aquel que se pare a escuchar lo que tengo que decir. Es tan sencillo como que mi propio cuerpo esconde todo un torbellino de imaginación. Se preguntarán a qué hecho responde el que haya comenzado de esta manera, que haya utilizado estas sencillas palabras. La realidad es que tampoco yo lo sé. Es cierto, no lo sé ni me importa mucho. Lo único que me importa es sentirme bien, y ello lo consigo abriendo mi pensamiento al resto.
Por fin llega el día en que se nos brinda la posibilidad de dar rienda suelta a todo el gran talento que se esconde dentro de todos y cada uno de nosotros. Talento innato o, simplemente talento en bruto como es mi caso, talento que si se sabe aprovechar podría llegar ha producir una sonrisa en cualquier lector; o hacer perder el tiempo de quien lo evoca.
Llegados a este punto, ya me toca cumplir con el cometido que se me ha confiado: Comenzaron, una vez más, nuestras reflexiones sobre la lectura de tan divergente libro: La Princesa que emigró. Fabulosa trama, decían unos. Para otros no es más que un foco de crítica sana. Para mí, una historia que sentir en mi más profunda soledad. De manera seguida, pasamos a un maestro de la literatura, y para hacerle peor justicia de la que podríamos, nos dispusimos a entender su obra literaria reflejada en el séptimo arte. Maldita ignorancia, la que me permite afirmar que el cine hace mucho daño a la esencia de la literatura. Esa esencia que nos permite disfrutar del placer de la lectura y reflejar los sentimientos impresos en el papel de tantas maneras, como lectores sean capaces de leerlo. Bendita ignorancia que, una vez más, me permite poder trasmitir lo que esta actividad me evoca.