Los finales de los libros a veces son objeto de polémica: a algunos les encantaron las últimas páginas de Pupila de águila y otros consideraban que no aclaraban lo suficiente la historia, pues quedaba demasiado abierta, por lo que era necesario dejar volar la imaginación para darle un final a la historia de amor entre Igor y Martina.
A mí me hubiese gustado viajar en ese tren para encontrar el pueblo que huele a galletas... aunque reconozco que es un final almibarado para un libro muy duro: la amistad con un muchacho que ha intentado suicidarse, un piso vacío, un montón de incógnitas y el descubrimiento de que un hermano ha sido asesinado.
El personaje de Martina está lleno de vida y rescata a Igor. Él es el personaje más entrañable, pero también el más solo, el más débil, el que "coquetea" con las drogas y con la muerte. Nos preguntamos qué lleva a la mente humana al suicido: la falta de atención, la soledad, la ausencia...
El timbre nos interrumpe una vez más. Nos vamos con el propósito de leer las 20 primeras páginas de Pedro Páramo, del que una profe anuncia que nos sorprenderá un final inesperado. Este sí que no defraudará a nadie.
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